Claudia Masin: un poema inédito

Claudia Masin


Salvaje    


Todas las cosas buenas son salvajes y libres 

Henry David Thoreau



Un cachorro de jaguar abre los ojos 
cuando la luz empieza 
a retirarse y es la hora del hambre, de aprender 
a procurarse el alimento 
por sí mismo. Cierra 
los ojos cuando el sol aparece, 
en medio de las hojas filtrándose, 
tocándolo como se toca a un animal salvaje 
aún pequeño: con suavidad, 
con miedo, con prudencia. Yo te dije: 
un jaguar no es hijo 
de nadie, es siempre huérfano. Pero quisiste 
darme casa y alimento, la domesticidad 
que cura y tranquiliza a los serenos, que enloquece 
y esclaviza a las fieras. No quiero 
la familia, la casa, la luz demasiado brillante 
sobre el cuero. Duele. El cuero está curtido 
pero debajo hay lastimaduras y el calor 
las trae de vuelta, me hace volver 
a retorcerme, es la soga que me encorva 
y me entristece. Yo te dije que no puedo. 
No puede la bestia calmarse y condolerse
de sí misma, no puede desprenderse ya
de su fiereza que es amor
aunque aterre a todo el que se acerca: amor a la inestable
y violenta vida que encrespa los nervios,
amor a las silenciosas
ramas del álamo que espera la estampida
porque en su interminable estarse quieto es el momento
más precioso: el momento en que despiertan
las criaturas del bosque y se aparean y se matan
y se lamen las heridas mutuamente, una vez
terminada la batalla que siempre,
pero siempre, recomienza.


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