¿Progreso?
Se parte con escarcha del suburbio,
con ahogo correoso,
con bocas de tormenta tapadas,
el oído percibe
el olor del chiflido sordo,
la canilla de cálidos veranos aún está goteando,
me empecino en entrar.
A metros de la puerta de mi casa,
pequeñas criaturas beben la leche cuarteada de sus madres.
A la madrugada cruzamos
al Gran Buenos Aires,
los pastos de los terrenos baldíos están crecidos
y los perros flacos,
una vaca se inclina a beber el moho
y una mujer panzona con sus siete niños a un costado.
El chasquido del látigo golpeando
sobre el lomo del caballo.
Expulsada criatura
juega en los canales de desagüe.
En el portón de la ex fábrica la ex algodonera
se amanece golpeado y meado.
Aquí se calló la voz
y calló sin convicción,
aquí se orina sin resureccíon.
Pábilo aliento se desase en el puño del deseo,
en el intento de ser un barrio.
En la casilla de madera del guardabarrera se apagó la luz.
Los pastizales bordean las vías.
Tres vagabundos sentados se pasan la ginebra, también el cigarrillo,
lentamente se duermen en un entramado de probreza.
Sobre la loza, la única loza negra de la cuadra,
tres pibes juegan, remontan ilusiones.
Un hombre corre por el puente que cruza el arroyo,
intenta alcanzar el tren que llega a la estación.
De: "La última sombra", Ediciones la yunta, 2015
Desentierro de mis sueños
a Matilda
Los vi lejos,
a pesar de que Matilda me los hizo ver de cerca.
Uno paleaba
y el otro preparaba la talega negra,
al rato,
ambos la llenaban de huesos.
Recuerdo
Me mira, me habla
en esta noche de insomnio.
Yo escucho, escucho
pero sólo oigo su risa
que sale del espejo.
Sus labios se mueven
Hablan y son los míos.
Camino del Buen Ayre
Orillan con la piel rojiza resignados,
quebrados al amparo de la lluvia punzante.
Como aves de rapiña
retuercen sus tripas
sosegando la gusa,
no la desidia
De: "El bruto muro de la casa propia", Ediciones la yunta, 2018
ALEJANDRO CESARIO (1967, Buenos Aires, Argentina)
Imagen: Moebius en la radio
0 Comentarios