Marcelo Rizzi: El libro de los helechos, Barnacle, 2018


Marcelo Rizzi



LA adversidad convierte a uno 
en testimonio férreo de lo táctil:
se va hasta los robles más purificados 
como si fuese la primera vez,
y se regresa con los dedos manchados 
de azul para conjeturar la próxima; 
otros son los procedimientos
y las consecuencias si uno se demora 
un poco más, al verse en tales 
circunstancias tratándose de un álamo; 
con el mismo cuchillo de los dones 
habrá de sanarse lo sano,
o cavar con huesos o maderos 
una nueva trinchera;
con palabras sucias de tierra 
ladear los panales de la luna, 
los primeros de cien soles 
esparcidos por la arena



LA mejor vista del valle 

puede obtenerse a cierta hora de la tarde, 
cuando los seres que la colman
se anteponen los unos a los otros, 
el aire se llena de ambiciones,
y el círculo se transforma 
gradualmente en elipse; 
cada perímetro coincide 
con su afuera como sucede 
con las superficies invisibles
o con las piedras de una antigua 
ciudadela; todos las lenguas 
pasan a ser desde entonces 
rápidamente memoria:
instrumentos misteriosos 
cuyos fines se olvidaron: 
máscara que hay tras la máscara, 
ropas que al final nunca se queman, 
gotas de ajenjo morado que beben 
de a sorbo los hombres crispados



SOLÍA detenerme a recoger
del suelo las cosas que brillaban 
—un pendiente olvidado, una moneda, 
la hebilla de un cinturón—;
ponía edad a la memoria 
y el pasado se volvía remoto 
hasta el día de ayer;
hoy sólo observo al pasar
viejas casas rodeadas de nieve 

y de cierzos; busco en lo oscuro 
los motivos del claro, 
en lo claro las razones del humo,
y en sus frutos lo amargo; 
la suspensión —de momento— 
de toda variante del alma, 
como en el aire lo hacen
las últimas grullas de invierno


Marcelo Rizzi
De: "El libro de los helechos, Barnacle, 2018
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