Fernando Ayala | El poeta ocasional

Fernando Ayala

#10





Qué tren, qué tren.

No hay abismo, el tren existe en su ruta callejera

insiste el acero en dejarla rodar,

hay huella marcada en realidad.

Cuentan las estaciones que hubo una vez

y habrá tantas como sean necesarias

hasta que entienda el ganador:

que lo humano se pierde, pero no se olvida.

No hay abismo, hay soledades

como trenes sin estación

dentro de nadie, todo, es algo

ahí donde la sangre está seca

se unen músculos, huesos y piel.

Pero no hay abismo, eso es religión

hay historia en treinta mil pedazos

hay cercos que romper, por los trenes

que aún no salen, por la estación 

amanecer.









b






Nuevos ritmos, viejos aromas, rocío matinal

de maldiciones celestes, ricos de pobreza humana

recreos serviles consientes, reos de la propiedad

fantasmas luminosos de las noches dulces,

aptos de calamidad callejera, 

perecederos de bellas durmientes

dorados de plata falsa, perdurables

claros de luna nueva, hijos del dueño de nada

fieles trepadores del futuro, cíclicos, sistémicos

monitos con cola de paja, dealers de tecnología seca

soñadores del ensueño promiscuo, duros planetas

sin órbita, atletas de golpes bajos, prometeos

del renacimiento, tapones de luna, asteriscos

de estrellas fugaces, matemáticos del calendario,

oportunistas del espacio material, infantes de marina

polvos frescos del ocaso, 

berretines del consuelo amoroso,

van siempre para arriba, porque el día 

que caigan del cielo

ellos saben, no los busca nadie.








De: "Conurbano, mano de obra", Barnacle, 2018


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