estoy en la fila del super
esperando para saludar a la cajera
esperando para sonreírle
esperando que me pida mi tarjeta de descuentos
y el sonido del scanner
mientras los productos pasan
y de fondo suena pop coreano
o Aspen o la Mega o lo que sea
y esta mañana leí en el diario
que las ventas aumentaron un 25%
con respecto a igual período del año anterior
y cuando vuelvo a casa lo que más me gusta
es ir acomodando todo
el arroz en su frasco de vidrio
los fideos en su frasco de fideos
la yerba con la yerba
y cada cosa a su vez
muy prolijamente en la alacena
y es tan raro porque los productos
hicieron un largo viaje
del campo a los camiones
de las fábricas a las góndolas
hasta llegar a las alacenas
y así las personas van transportando productos
de un punto a otro del planeta
y la vida es como un camionero que escucha la radio mientras maneja
o la vida es como un repositor
que se duerme sobre un paquete de fideos
o la vida es como un scanner
por donde pasan cosas
y pasan cosas por el scanner de nuestras manos
pasan cosas por el scanner de nuestra cabeza
de nuestro corazón
y en cada persona
con cada producto
se movilizan la alegría y la tristeza
o la absoluta indiferencia
y últimamente mi vida es un supermercado chino
mientras de fondo se escucha pop coreano
si pudiese comer sin culpa
le diría adiós para siempre a los cereales
adiós muesli adiós granola
adiós cantidad de fruta horrible
que forman mi desayuno cotidiano
una manzana no reemplaza una cucharada
de dulce de leche
y un kiwi no es lo mismo que el viento
moviendo los árboles como una caricia
busco la salvación como cualquier creyente
como una jubilada con su cartón de lotería
y me escondo
cada vez que engullo
mi increíble medio kilo de helado
después escondo el pote y la cuchara
como un gato su vergüenza
entre las piedras
levanto la vista y busco en el cielo
una dieta perfecta
pero tengo hambre
tengo hambre
vuelvo a la heladera
sería capaz de comerme
un tren en movimiento
los pasajeros y las vías férreas
la vía láctea
los astros los planetas
pero tengo que controlarme
suspendo las gaseosas
el pan y el azúcar
yo contra los carbohidratos
yo contra la hipnosis de la luz de la heladera
esta es mi guerra secreta
mi absurda batalla de todos los días
una parte de mis días
la dedico a lavar los platos
un poco de detergente sobre la esponja
un poco de agua
después la espuma para recorrer
las ollas los vasos
yo encuentro
en la mecánica de la limpieza
mi nieve incesante
mi reposo
mi mente en blanco
mamá
nunca fuiste la típica
madre ama de casa
pero me acuerdo de cómo lavabas
de tus guantes
impecables tus uñas pintadas
a lo mejor este sea un homenaje
una extraña despedida cotidiana
la forma en que me convierto
poco a poco
yo mismo en mi propia madre
¿a quién le importa dormir?
¿quién dijo que dormir era saludable?
duermen en su urna
las cenizas de mamá
después de haber atravesado
la vida
de principio a fin
como un fuego ardiente
duermen y esperan alcanzar
el aire de la Costanera
el Río de la Plata
las manos delicadas que por última vez
sostendrán su cuerpo
pero yo todavía no puedo
hacerme cargo de esta despedida
como una avenida enorme por cruzar
sin poder tomarme de su mano
y claro que no duermo
pero a veces cierro los ojos
y me dejo crepitar
y soy feliz
mirando en mi piel
cómo cambian los colores del fuego
De: "Todo lo que sabemos del cielo" (Inédito)
PATRICIO FOGLIA nació en Buenos Aires, en 1985. Publicó Temperley; Lugano 1 y 2, La Escafandra y Tokio. Compiló y prologó la antología de poesía y ciencia ficción Los Fuegos de Orc. Tradujo, junto con Natalia Leiderman, una antología de poemas de Sharon Olds. Coordina el sitio www.malonmalon.com.ar. Colabora en el ciclo de lecturas el Rayo Verde, que coordina Osvaldo Bossi.
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