Me pregunto si duermen en la madrugada
los pasajeros del tren que avanza
en las cercanías del barrio.
Dentro de la casa se mueven
los vidrios de las ventanas,
las botellas de Vodka y Whisky
y las cenizas amontonadas
en ceniceros de madera.
Eso sin contar nuestras pobres cabezas
quemadas por la voz de un noticiero
que habla de restos de aviones en un pantano.
Alguien canta y repite para sí
una canción de moda
y los mosquitos succionan nuestra sangre
sin perturbarse.
Después de todo
también nosotros viajamos a la velocidad de la luz
hacia el norte.
Aunque no lo tengamos.
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