Anne Michaels

Anne Michaels


Tierra a la vista




El cielo susurraba
todo el día en el fondo del mar y las velas
no podían hincharse. En el muelle, 
los perros bebían el aire seco
con lenguas escrutadoras.
Teníamos agostada la piel que revelaba
la ropa. Por el bulevar
los postigos se cerraban de golpe contra el sol.
Los niños deslizaban mensajes por las tablillas,
partículas de papel a la deriva por la calle.


El deseo nos buscaba por toda la ciudad, por
la angosta Altestrasse, bajo el balcón de Lenin, 
delante de la terraza en la que Goethe tomaba su café.
En cafés donde el aire fresco gira
en una sombra. Todo el día el deseo a nuestra espalda
mientras trepamos desde el nacimiento del río hasta el puente.
Una gaviota suspendida en el aire,
debilitada. Todo el día el deseo calando su dedo
en mi vientre, subiendo por el húmedo espinazo.
Me resistía volviendo el rostro
ante su aliento.

La ciudad despertaba. Los perros desplegaban sus patas
y se levantaban. Uno a uno, los postigos se abrían,
una vislumbre de voces
se amontaba en el aire.

La misma soledad que nos oculta
nos revela de nuevo.

Como cabello extendido en el mar,
lentamente la oscuridad desemboca en oscuridad.



No hay ciudad que no sueñe




No hay ciudad que no sueñe
con sus orígenes. En las manos de los ladrilleros
se desintegra el lago desaparecido,
el fondo del barranco donde la memoria de los ríos
quiebra la extensión de la luz. Todos los inviernos
almacenados en ese jardín
geológico. Los dinosaurios duermen en el metro
entre Bloor y Shaw, una cuna de huesos
bajo el eco de los rieles. La tormenta
que encendía la ciudad con el voltaje
de la primavera cuando teníamos dieciocho años
sobre la tierra lisa. El ferry surca la lluvia,
el viento se humedece con la música de una boda y la canción
del carbono en la piedra y el hueso
una carta de amor que el viento suelta de la mano, sin leer. 



ANNE MICHAELS (1958, Toronto Canadá)
De: "Buceadores de la piel", Bartebly Editores, 2003
Traducción: Jaime Priede
Enlaces: Emma Gunst | 20 minutos |Inútiles misterios
Imagen: www.theguardian.com

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