De qué manera nombrar la fragilidad
de los estados, los cuerpos,
los roces.
Un simulacro de duración nos atrapa
como la cabina de un ascensor,
aunque nunca llega a volverse casa.
Las imágenes vienen a decir lo que nunca
e insisten
en que no hay ayer
que se deslice
tan fácilmente de nuestro sitio.
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