Daniel Martínez


Daniel Martínez









Iceberg, de Daniel Martínez, parece un poema en cuatro movimientos, que son las cuatro partes de este libro. Este es pues un libro orgánico, tejido por la reflexión, material y concreta, sobre el componente de la poesía escrita, ese "iceberg" contra el que Martínez lanza sus dados con el ánimo de estrellarse, si fuera necesario. 






Desde ya, no hay respuestas a la pregunta tácita que el propio título contiene: qué es lo que el iceberg oculta. Es notable que Martínez se instale en un pasaje concreto, cotidiano, al principio; menos evidente es que no lo abandona, aunque los capítulos segundo y tercero, "Palimpsesto" y “Rotas plegarias”, parezcan más abstractos. Es particularmente interesante para mí la mala conciencia que estos tramos del libro desnudan. Fundada en esta pregunta: "¿qué mundo queremos esconder /con las palabras que dejamos morir?". Lo que implica que aquellas que dejamos vivir, o logramos que vivan, revelan, paradojalmente, lo que no dicen, lo que no saben. Cuando Martínez, en tanto personaje de este poema, acude a los poetas, no hay respuesta, sino ocultamientos. Fue a buscar la presa en la boca del lobo. 






La paradoja oculta en el poema es la tautología, una de las mejores formas de la poesía. Esto es que nada tiene que ocultar el poeta, y sin embargo todo lo oculta en el poema desnudo. 






Alguna vez Sartre afirmó que era una conversación de burgueses ociosos aquella en la que Mallarmé le dijo a Valery, señalándole un cristal transparente: ¿El mejor lugar para ocultar a un hombre? Era claro para mí que Sartre rabiaba por el hecho de que un "burgués ocioso" hubiese expresado bastante bien en una frase aquello a lo que Sartre dedicó varios libros: el hombre se oculta detrás de sus actos, en sus decisiones, y por consiguiente, no es nada, salvo en sus actos. 






Pensar sobre la poesía nos suele instalar en ese tipo de contradicciones aparentes. Aun en el más limpio y pulido de los espejos, la materia es otra. No existe la paradoja absoluta, ni tampoco la tautología absoluta. Un algo de verdad anida en la imagen. "Aún lo que Wittgenstein no pudo decir /se puede perfectamente destruir", dice Martínez, en un gesto de elogiable provocación. Que es asimismo una verdad. Pues es verdadero y concreto el mundo al que alude la poesía, destruyéndose en su acto. 






Finalmente, Martínez aborda la metáfora de frente, toma el toro por las astas, como se decía: "Iceberg", la última parte del libro, trata de la imagen misma del poema, acaso de la realidad visible, como un objeto. Lo define y establece algunas de sus leyes de comportamiento. Es aquí donde uno ve que el autor de estas reflexiones no ha salido nunca de la cocina de los primeros versos del libro en la que estrelló una botella de vidrio. La carnalidad de su pensamiento es lo que nos ha atrapado a lo largo de todo el libro; es lo que me ha tenido en vilo, al menos a mí. El poeta que se extravía es el que se encuentra a sí mismo, en fin:






Más líbrame de mi carne señor/ cuando ya no pueda reconocerme / en aquellos álamos



A mi juicio, Martínez sabe de qué trata.


                                                                                                Jorge Aulicino







*






Es un lento aprendizaje el insomnio

me hubiera gustado como mi padre

el despertador a las seis de la mañana

el desayuno a la misma hora que el diarero

arroja las noticias debajo de la puerta

todos los días de cada día

llueva o la noche anterior

haya durado más de la cuenta



pero ni la melatonina apaga las luces

de la glándula pineal

ni el clonazepán puede a veces

con ese momento en que el cerebro

debería estar ocupado en otros mundos

para que descansemos de la realidad



y entonces  el amanecer duele

como duelen los primeros cantos de los pájaros







*







Huxley dice que usamos una válvula metafísica

con la que regulamos 

la intensidad de la percepción del mundo

ese artefacto mental va construyéndose con la cultura 

como antídoto contra el poderoso hechizo 

de la realidad en carne viva



esos residuos metafísicos

acumulados en el inconsciente

en un momento necesitan manifestarse

darse a luz 

pidiendo su parte en la fiesta

el poema entonces crece 

como las malezas de un jardín

donde el jardinero trata de poner sus límites

o como esos cactus que se erigen gigantes 

allá en el desierto 

reclamando agua donde todo promete sol







*








Casi nunca me acuerdo de los sueños

escucho gente que recuerda detalles ínfimos

y especula con sus significados

como se descifra el crucigrama de los diarios

para tener un rumbo en la mañana 



yo amanezco desnudo 

sin pistas de que el día 

empezó antes de la vigilia



salgo como a quien se le rompió el espejo

y camina por la calle buscando 

el reflejo de su rostro en ese charco

que hay que cruzar al salir de casa

después de que paró de llover








*






La mano de mi hijo en mi pecho

justo en el momento que cierra los ojos

para entrar en el sueño

es un momento de verdad luminosa



esa sabiduría milenaria de los cuerpos

transmitidas de generación en generación

es también un anticuerpo

a las limitaciones de ese ambiguo mapa mental

que las palabras apenas alcanzan a esbozar








*








Hay mundos que ya no podremos habitar

lugares situaciones

encrucijadas donde los símbolos

arman la trama de un pasado

que queda adherido a la memoria

como esas redes que las arañas

tejen en los rincones donde nadie las ve



lugares necesarios

que van armando el iceberg 

de cada día visible

donde solo los sueños

están autorizados a transitar

porque ellos tienen la misma sustancia:

restos de materia inconexa 

que van hilando la trama

en ese lado oscuro de la realidad.








*









Tocar otro cuerpo con una caricia

encontrar el límite 

donde comenzamos a ser otro:

pactos enraizados en la sangre

hace miles de años

para perpetuarse y resistir 

en el azaroso juego de la evolución



lo que ha perdurado 

se lo debemos a la palabra 

pero también al silencio 

de lo que no podemos nombrar








*








Más líbrame de mi carne señor

cuando ya no pueda reconocerme 

en aquellos álamos








*








Dale plegarias a tu corazón

dale vino de la mejor cosecha

dale el rojo vestido de absurdas pasiones



dale la primera piedra 

dale los sinsentidos en forma de preguntas

dale los pedazos rotos de los espejos que no te favorecen

alimenta su latido con las despedidas

y guarda el polvo de la derrota en ese recipiente complejo



y si pide clemencia  cobarde corazón

arrodíllalo ante esas visitas que disfrutan del espectáculo

no les prives el placer 

de ver un músculo en carne viva que sigue latiendo



después argumenta a modo de consuelo a lo que queda de tu corazón

que ya no eres un niño

que el mundo es como es y no hay tiempo que perder 

que seguir equivocado es más fácil que volver a empezar








*





Iceberg







“todo lo que refleja el espejo de estas palabras


es el poema”


Andrés Montenegro







Antes que nada

un iceberg no es un iceberg

un iceberg es blanco

en su sentido de contradicción

solo es igual a sí mismo

no hay hielo

no hay mar

podría llamarse

isla

borde

pero lo llamaremos iceberg

a secas

es un todo con su parte visible

se vive a si mismo

en un espejo infinito de posibilidades

todo lo que no muestra el iceberg

es profundidad

la soledad es apenas un aspecto 

todos los iceberg están conectados

en esa profundidad

un iceberg necesita construir

sus propias capas de realidad

luz y sombra es su única verdad

los iceberg nacen y mueren

su profundidad es una

y durará

más que la desaparición

de su parte visible

entender que la esencia del iceberg

y su modo de estar

es vivir de sí y para sí

y no respecto de los otros

su aparente división es ilusión

la religión del iceberg

es la unidad

un único destino

lo otro es lo uno

la dimensión del tiempo

la dimensión del espacio

es un error

el arte del iceberg

es la tensión

su victoria o su derrota

es apariencia

bailan su danza 

para que todo sea

no hay nada

fuera de su estructura

su conocimiento 

está marcado por los límites

lo que no es

es lo que no se puede conocer

la nada sostiene la profundidad

lo bueno y lo malo

lo bello y lo feo

lo finito y lo eterno

matices que se proyectan

en la apariencia

discurso que siempre

será el rótulo del vacío

disfraz de lo escondido

dos iceberg crecen

juntos como las gotas

de una misma ola

una misma pregunta

en el mar de lo posible

el iceberg se construye

en un único espejo

donde su riesgo es la distorsión

el error es parte

de la verdad del iceberg

solo así crece

se separa del resto

y busca la totalidad

que abre su corazón de luz

todos los iceberg

tienen un mismo idioma

el blanco escribe sobre el blanco

donde solamente algo es

si se transforma en blanco

los colores no sirven para explicar

la dimensión de su verdad

todos los iceberg son iguales

todos los iceberg son distintos

la igualdad y la desigualdad

son categorías de la apariencia

todo lo que nace muere

todo lo que muere 

tuvo su parte en la función

la muerte es lo no visible

de la función

ser invisible es ser parte

de la eternidad

la falacia del iceberg

es la mirada de los otros

un fantasma 

con que se juzga a si mismo

el iceberg no tiene

ningún fin específico

es un mapa de sinsentidos

que en su contradicción

se transforma en verdad

es caos

es cosmos

no hay lugar para dios

el blanco no se alimenta de plegarias

solo de luz

la única manera de comprender

el iceberg es dejar que fluya

su altura debe buscarse

en su profundidad

y allí no hay testigos

el alma del iceberg es el silencio

lo que no es silencio es lo extraño

lo que distrae con su lógica

de la confusión

el canto del iceberg

es la finitud

más allá solo hay respuestas

a lo que no tiene preguntas

su lenguaje muere con la primera palabra

su silencio solo comulga con el silencio

la moral del iceberg

es no obedecer sus reglas

ser siempre su contrario

hallar un camino

donde no hay

no detenerse es el destino del iceberg

sin embargo está siempre en el mismo lugar

cuando pensamos en él

desaparece la respuesta

donde callamos

habita su resplandor

el iceberg nos muestra un camino

donde ir es un no ir

donde ser es una novedad del absurdo

más allá de lo que muere y nace

hay un sentido que no tiene sentido

las palabras mueren

la razón muere

el iceberg solo precisa

de su ser

su absurdo

su gran ciclo

su vacío

su pureza



su nada








Otros poemas de Daniel Martínez, aquí

Imagen: Foto de Catalina Boccardo


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