Silvia Camerotto | El poeta ocasional

Silvia Camerotto


Los tiranos olvidan




Cerca de la ferretería del barrio
en una calle muerta
reuniste en el balcón tres de los siete axiomas
y la ropa de ella
Dormiste en una cama levantada con tacos de madera
compraste flores
pagaste el diezmo
Dijiste lo que corresponde según las circunstancias  

Bajo el arco de una parábola
hábilmente
calculaste el espacio perfecto
Reductio ad absurdum te sentaste a escribir
algunas líneas
sobre un lugar que fue bello como lo era en otro tiempo
y también escribiste: enchastre,

traición, perseverancia
Deliberadamente o no
el punto hacia el cual caen todas las cosas.



El ruido del motor




El ruido del motor te aturde
¿Vas a subir al auto?
¿A esgrimir velocidad cuando el aire que choca contra los

árboles
se ha detenido y la violencia de las flores permanece

encerrada
en un cuadro amarillo como el color de las enfermedades

mortales?
Otra vez vas a subir y a escuchar los alegatos a favor o
en contra de la belleza y de sus formas
y de los que llevan sus formas hasta el límite
el sonido de las gomas apretadas contra el piso
Vas a perder la noción del tiempo
ahora que el tiroteo -después del odio y de la fiebre-

parece haber cedido
Rebajes a ciento veinte kilómetros por hora
pájaros volando directo al parabrisas
y el resplandor que cae sobre el pavimento mojado y los

campos al costado de la ruta
Nada más, complejidades del bien
y del mal.




De: "La Grosse Fuge", Edicones del Dock, 2012

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