Thomas MacGreevy | El poeta ocasional

Thomas MacGreevy



De Civitate Hominum

                                      Para A.S.F.R.


El cielo de la mañana tiene
un resplandor azul invernal.
La tierra es de un blanco níveo,
con su brillo cándido responde a la luz del sol,
salvo donde los obuses han dejado nuevos hoyos,
manchas negras en la blancura:

una composición a la Matisse.

Las sombras de los pálidos tocones
son un blanco más.

Y hay huesos blancos.

El Lago Zillebeke y Hooge,
gris hielo, brillan de otro modo,

como los zapatos argénteos de la modelo.

La modelo es nuestro mundo,
un mundo de lo más perro.
Puede que no lo sepan quienes viven entre guerras
pero sí quienes nos consumimos entre paces
tanto si morimos como si no.

Hace mucho frío
y, entre mi sensibilidad
y mi impecable uniforme de subalterno,
bien podría ser el proverbial gris que pela,
el accesorio de la nature morte.

¡Morte…!

Es la naturaleza muerta la que vive,
y no la carne viva.

Hay flores asesinas, blancas como vellones,
que se despliegan con primor
y envuelven a su piloto
quien, sobrevolando Gheluvelt,
hace un reconocimiento matinal,
todo él de seda y plata
en lo alto azul.

Oigo el zumbido de un motor
y nubes de humo blando que martillean el aire
al desplegarse las flores blancas como vellones.

No sabría decir con qué flor se ha quedado
pero de pronto se siente un temblor,
aparece un zigzag de trazos sobre lo azul
y él se desliza hasta
adentrarse en lo blanco,
una llama delicada,
una pincelada de naranja en el vestido de
                                                                 [la mañana.
En voz baja, mi sargento dice: «¡Dios santo!
Qué muerte tan horrible».

El santo Dios no responde
aún.



De Civitate Hominum

To A.S.F.R.


The morning sky glitters
Winter blue.
The earth is snow-white,
With the gleam snow-white answers to sunlight,
Save where shell-holes are new,
Black spots in the whiteness –

A Matisse ensemble.

The shadows of whitened tree stumps
Are another white.

And there are white bones.

Zillebeke Lake and Hooge,
Ice gray, gleam differently,

Like the silver shoes of the model.

The model is our world,
Our bitch of a world.
Those who live between wars may not know
But we who die between peaces
Whether we die or not.

It is very cold
And, what with my sensations
And my spick and span subaltern’s uniform,
I might be the famous brass monkey,
The nature morte accessory.

Morte…!
’Tis still life that lives,
Not quick life –

There are fleece-white flowers of death
That unfold themselves prettily
About an airman
Who, high over Gheluvelt,
Is taking a morning look round,
All silk and silver
Up in the blue.

I hear the drone of an engine
And soft pounding puffs in the air
As the fleece-white flowers unfold.

I cannot tell which flower he has accepted
But suddenly there is a tremor,
A zigzag of lines against the blue
And he streams down
Into the white,
A delicate flame,
A stroke of orange in the morning’s dress.

My sergeant says, very low, ‘Holy God!
’Tis a fearful death.’

Holy God makes no reply

Yet.


THOMAS MACGREEVY (1893, Condado de Kerry / 1967, Dublin, Irlanda)
Enlaces: Ibi Oculus
Traducción: Luis Ingelmo

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