Robert Lowell | El poeta ocasional

Robert Lowell




Robert Lowell






Desde 1939






Nos perdimos la declaración de guerra,

en la luna de miel, en tren hacia el oeste;

en los revolucionarios treintas

fatigamos los Poemas de Auden, hasta que bajamos

la cabeza

de acuerdo al caminar

de lo anacrónico, confortable y mezquino...

Hoy de más cosas me pierdo,

mi equivocación es más consciente.

Veo otra muchacha leyendo el último libro de

Auden.

Debe ser muy moderna,

usa el pretérito para diseccionarlo.

Como Munich, él es ahora histórico

y quizá maduró

hasta amar la podre del capitalismo.

Vivimos todavía

entre el demonio de sus negligencias

que él quiso desdeñar

con la excentricidad malévola de la vejez.

En nuestro inconcluso y revolucionario presente

nada comienza y todo ha terminado.

El Diablo sobrevive a sus vacías esquelas

y se dirige, cojeando y maldiciente, a su demolición,

la pesadez moral más allá de balanzas,

vómito circular como manchas

de hierba amarillenta.

Inglaterra y Estados Unidos han durado

lo suficiente para temerle a su pasado,

los hábitos se aprietan como cera.

los alegres, los prósperos,

su ácida violencia.

Hace unos diez años

caballerosos negros africanos revisaron

su pequeño cementerio inglés y en la basura

sofocaron estatuas

de la Reina Victoria, de Kitchener, de mercenarios

de Belfast

tallados en jabón y por mandato desangrados hasta

la blancura.

Los apresan las cartas marcadas que norman su

salario—

que el infortunio soberano abandonen.

¿Se entusiasmaron demasiado como una gran actriz

dedicada a probarse su vestuario?

¿Tal vez creyeron que ellos revivirían

de proseguir su espíritu?

Sentimos a la máquina huir de nuestras manos,

como si alguien más la condujera;

si vemos una luz al fin del túnel

es la luz de otro tren que se aproxima.





ROBERT LOWELL (1917, Boston / 1977, Nueva York, Estados Unidos de Norteamércia)

De: Day by Day , 1977

Traducción: Carlos Monsiváis

Enlaces: http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf4/robert-lowell.1.pdf

Imagen: guardian.co.uk 

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