Ocelo del huracán
"Tanto hemos esperado
que cese este diluvio
que cuando las lluvias se detengan
también se detendrá nuestro corazón":
tu corazón -tormentoso- nos dice
que el diluvio no va a parar jamás,
los hechos son interminables: una lluvia
se suelda con otra, una puntada
tras puntada y el monstruo
"está cosido y camina". Por otra parte
si este tormento terminara
no tendríamos adonde ir.
Nos sentamos a esperar
que no pare la lluvia, como si en ella
hubiésemos depositado toda nuestra fe.
Casa de citas
Durante el viaje -no hubo accidentes
en la ruta- salvo la chatarra
de mariposas muertas
pegadas al radiador del auto.
La luz de Rembrandt mantuvo despiertos
a otros insectos, quiero decir: las cosas
suceden a las cosas
con fe ciega: -rápidamente- un hotel
se levanta en el centro del campo
cuando bastaría con que
un cerebro encerrándose en sí mismo pudiera
pedir refugio de los propios pensamientos.
Eduardo Ainbinder (1968, Buenos Aires, Argentina)
Imagen: edicionesgogymagog.blogspot.com
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