No es difícil adivinar qué es lo que debes hacer.
No necesita pensar mucho para saber qué debe hacer. Si quisiera, podría hacer lo correcto con precisión casi infalible. Lo que le da que pensar es si puede seguir siendo poeta mientras hace lo correcto. Cuando trata de imaginar el tipo de poesía que fluiría de hacer lo correcto una y otra vez, solo ve un rotundo vacío. Lo correcto es aburrido. (...) Por supuesto, en el fondo sabe que el destino no irá a visitarle a menos que él lo obligue. Tiene que sentarse y escribir, es la única manera. Pero no puede empezar a escribir hasta el momento adecuado, y da igual lo escrupulosamente que se prepare, vaciando la mesa, colocando la lámpara, dibujando un margen con regla en la página en blanco: pese a todo, no le vendrían las palabras. O mejor dicho, le vendrán muchas palabras, pero no las correctas, la frase que reconocerá en el acto, por su peso, por su aplomo y equilibrio, como la destinada.
"Juventud", de J.M. Coetzee, Debolsillo, 2010
Traducción: Cruz Rodríguez Juiz
* El resaltado es mío.
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