Paulina Vinderman | El poeta ocasional

Paulina Vinderman






5)







Ahora, tarde en la tarde, marzo sonará en la

palabra púrpura, al borde de la métrica,

inclinada en su terraplén.

Escribo dentro de un grabado mientras la palmera

izquierda (la pequeña) espera su salud perdida

y el encanto del cielo sobre sus nuevas hojas:

un mosquitero de encaje.



Mi mente está calma como un lago

escuchando la voz del hombre que anoche

en mi sueño me preguntaba por las constelaciones.



¿Era ésa la voz del lenguaje?

¿Por qué rompí mi poema del tiburón?



Si viene la lluvia será un exilio, un intervalo

en el teatro de mi pobre, pálida memoria.

Montañas azules, pueblos silenciosos, cardos al sol,

palomos que arrullan las siestas y un humo (¿la voz?)

en la carretera.








9)






Invento el jardín que no tuve y me fotografío

bajo un toldo de cielo.

Cuando menos lo espere, la palabra jardín

me abandonará, y volveré a mis pueblos con

calles de tierra y corazón dorado.




Me dedico a barrer sombras alargadas como cangrejos

                                                                  raros,

sombras de siglos en ciudades inquisidoras, dulcemente

hostiles a mi curiosidad y a mis robos.

¿Robar para el poema, no para la corona, tendrá perdón?




Hasta que la luna salga en mi búsqueda

le quito Groenlandia a los daneses y escribo

en esta página una carta al viejo Erik el Rojo.

En borrador, sobre mi río y mis piedras, mi canción

y mi Sur. Y las tribus diezmadas, y una oscura

mancha de petróleo sobre la palabra justicia







10)







El hombre de maíz diría que el espíritu de

la palmera enferma se adueñó de mí.

Y que debo dedicarle la nube del próximo poema

en que aparezca la palabra nube.




Le pregunto por la tristeza.




Dice que debo acomodarme al viento de la vida.




Y que le cante en rima a mi raíz.




Porque a la suya —la de la palmera— le cantará

la tierra, la cobijará como me cobija el día que se va,

página a página, cobalto sobre blanco, como el recuerdo

de esa foto mojada por la lluvia que cerró el incendio.





Paulina Vinderman (1944, Buenos Aires, Argentina)

De: "Bote negro", Alción Editora, 2010




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