La casa de los Aduaneros, de Eugenio Montale
Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre el barranco a pico de la escollera.
Desolada te espera desde la noche
que en ella entró el enjambre de tus pensamientos
e inquieto se detuvo.
El viento bate hace años los viejos muros
y no es alegre ya el sonido de tu risa.
La brújula se mueve enloquecida al acaso
y el azar de los dados ya no es más formidable.
Tú no recuerdas; otro tiempo distrae
tu memoria; un hilo se devana.
Aún sostengo un extremo; mas se aleja
la casa y sobre el techo la veleta
ennegrecida gira sin piedad.
Tengo un extremo; pero tú estás sola,
ni respiras aquí en la oscuridad.
¡Oh el horizonte en fuga, donde se enciende
rara la luz del petrolero!
¿El paso es éste? (Nuevamente el oleaje
pulula sobre el barranco que se parte...)
Tú no recuerdas ya la casa de esta
noche mía. Y no sé quién se va ni quién se queda.
"Este poema puede ejemplificar la teoría del "correlato objetivo" de Eliot. Un recuerdo o una imagen cualquiera lleva a un encadenamiento de asociaciones que culminan en una experiencia trascendente, así sea la incertidumbre de una duda vital que cuestiona la misma etapa de vida evocada. La casa de los aduaneros, el sitio en que los amantes vivieron un instante de su pasión cobra poco a poco dimensiones fantasmales en el recuerdo, que se desvanece en un hilo a cuyo extremo el poeta se aferra. El viento maléfico del presente va arransándolo todo, va volviéndolo cada vez más lejano: la brújula, la risa, los dados que predecián el futuro, la ahumada veleta, el horizonte que huye y donde se enciende misteriosa la luz del petrolero. En medio de la imaginaria tempestad del tiempo que todo lo arrasa, del oleaje que azota y hiende el acantilado, la voz de los marineros que preguntan a los aduaneros si están sobre el canal seguro entre las rocas se unifica con la del poeta; es él mismo quien pregunta al destino si su camino es ése, es él quien está sumergido en la duda de no saber ya si lo vivido es cierto, de ignorar quién se va y quién se queda. Desde el comienzo, una imagen va desalojando y sustituyendo a otra y todo termina en una fuga incierta donde de nada vale sostener en la memoria el cabo del hilo de lo vivido"
Horacio Armani en "Diario de Poesía" N° 25 (Fragmento) .
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