En Damen
En Damen hay un bar
donde los empleados se aflojan las corbatas
y beben cervezas junto a muchachas que se roban
los libros de la librería de la esquina.
Sentado ahí escribí un poema
que me gusta mucho.
A la semana volví e intenté
escribir otro poema
sin resultado alguno.
Y es como hace unos días
que vi una puesta de sol en la ciudad
y me dije tengo que escribir un poema.
O el lunes que vi un pájaro chocar
una y otra vez contra el cristal de la oficina
y prometí dedicarle un poema.
O cuando perseguí a la muchacha
que se pinta el cuerpo de naranja
en Michigan Avenue
y ella se dio cuenta y corriendo detrás de ella
le grité tengo que escribir un poema.
Y llego a la mitad de este poema sentado
frente a la bartender que ríe y fuma y los empleados que ríen y fuman y las muchachas que ríen y fuman con sus volúmenes robados de Bataille en las carteras y todos ríen y fuman pendientes a lo que escribo.
Y a medida que escribo, este poema se va llenando de gente que no conozco, de lectores que nunca he
visto, de lectores europeos, mis lectores chinos, argentinos, árabes… de repente el poema es como un bar donde la gente fuma y grita y la única persona que no pertenece ahí soy yo.
John Keats escribió que no hay nada menos poético que un poeta.
El poeta no es la poesía, el poeta sólo escribe,
utiliza las palabras, las sube aquí, allá,
las baja, las roza,
al igual que un albañil levanta blocks y empañeta,
ya que el poeta con las palabras construye casas
para los lectores, esos que son unos hipócritas y se van sin pagar y que a veces se meten en la boca una escopeta tan sólo porque les falta lo que hay dentro de un poema, y a los que buscan y sufren y a los desahuciados el poeta les da cobijo en sus poemas,
a melancólicos, a amantes, a putas, a locos,
a policías retirados…
y tan pronto el poeta acaba su casa
ya esta no le pertenece
y se marcha a levantar más casas a otro barrio y a otro pueblo.
Ahora en Damen anochece.
Afuera el viento juega empujando
los columpios del parque.
Las luces tras las ventanas se encienden.
Roberto Bolaño (Santiago, 1953, Chile / Barcelona, 2003, España)
De: Punto en línea
Imagen: caras.cl
escribir otro poema
sin resultado alguno.
Y es como hace unos días
que vi una puesta de sol en la ciudad
y me dije tengo que escribir un poema.
O el lunes que vi un pájaro chocar
una y otra vez contra el cristal de la oficina
y prometí dedicarle un poema.
O cuando perseguí a la muchacha
que se pinta el cuerpo de naranja
en Michigan Avenue
y ella se dio cuenta y corriendo detrás de ella
le grité tengo que escribir un poema.
Y llego a la mitad de este poema sentado
frente a la bartender que ríe y fuma y los empleados que ríen y fuman y las muchachas que ríen y fuman con sus volúmenes robados de Bataille en las carteras y todos ríen y fuman pendientes a lo que escribo.
Y a medida que escribo, este poema se va llenando de gente que no conozco, de lectores que nunca he
visto, de lectores europeos, mis lectores chinos, argentinos, árabes… de repente el poema es como un bar donde la gente fuma y grita y la única persona que no pertenece ahí soy yo.
John Keats escribió que no hay nada menos poético que un poeta.
El poeta no es la poesía, el poeta sólo escribe,
utiliza las palabras, las sube aquí, allá,
las baja, las roza,
al igual que un albañil levanta blocks y empañeta,
ya que el poeta con las palabras construye casas
para los lectores, esos que son unos hipócritas y se van sin pagar y que a veces se meten en la boca una escopeta tan sólo porque les falta lo que hay dentro de un poema, y a los que buscan y sufren y a los desahuciados el poeta les da cobijo en sus poemas,
a melancólicos, a amantes, a putas, a locos,
a policías retirados…
y tan pronto el poeta acaba su casa
ya esta no le pertenece
y se marcha a levantar más casas a otro barrio y a otro pueblo.
Ahora en Damen anochece.
Afuera el viento juega empujando
los columpios del parque.
Las luces tras las ventanas se encienden.
Roberto Bolaño (Santiago, 1953, Chile / Barcelona, 2003, España)
De: Punto en línea
Imagen: caras.cl
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