También nosotros podemos, como Hamlet,
sostener la calavera
y hacer las conjeturas de la angustia,
preguntas sin paliativo que sólo tienen, como él,
un estado de emergencia.
Algunos, sin embargo, no preguntan:
usan la calavera para abreviar la desgracia.
Ahí está, por ejemplo, ese ciego
que cambia ceguera por conmiseración,
la puta de ojos exagerados que no cree en los hombres
pero los acoge con amabilidad,
el niño-monstruo, el pintor sin brazos,
el sordomudo hábil en juegos adivinatorios,
el gitano de la cabra que saca aplauso de la miseria de ambos.
Cada uno con su calavera,
con su sonrisa en mitad del espanto,
ahuyentando la duda con voluntad socrática,
conociéndose a sí mismo para poder comer.
SANTIAGO SYLVESTER (Salta, Argentina, 1942)
De: "Libro de viaje", Libros de Estaciones, 1982)
Enalces: Revista Omni-bus; Las elecciones afectivas Argentina
Imagen:www.picasweb.google.com
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