Publico este poema porque representa algo de mis permanentes aspiraciones. Un modelo, un ejemplo.
Un poema simulacro de un instructivo: cómo convertir lo prosaico en estética. En diarios o cualquier otra edición, captamos información, conocimientos, opiniones. En este poema se convierten majestuosamente, en impura delectación.
Despejar
No es extraño que la libertad sea a veces una gran pared blanca.
El blanco, como se sabe, no es la ausencia de color.
A través del disco de Newton, un viejo ejercicio escolar, los niños aprenden que el blanco resulta de la rápida combinación de todos los colores.
The woman brought two glasses of beer and two felt pads. She put the felt pads and the beer glass on the table and looked at the man and the girl. The girl was looking off at the line of hills. They were white in the sun and the country was brown and dry.
‘They look like white elephants,’ she said.
’I’ ve never seen one,’ the man drank his beer.
’No, you wouldn’t have.’ Todo eso en un famoso texto del escritor norteamericano Ernest Hemingway.
La aparente calidad de vacío del color blanco invita, por sí mismo, a soñar.
Las almohadas adoptan poco a poco la forma de una cabeza apocalíptica.
La niebla, a veces. La nube, que cae. El velo.
Es cierto que en el sueño todo ocurre por primera vez.
Alrededor del iris un paisaje invernal y, dentro del paisaje, un animal antediluviano y, sobre el paisaje, un falcón de plumas blanquísimas.
Prefiero, entre muchas, la palabra súbita.
La leve sonrisa en los labios es un signo de placer muy íntimo.
En el 2002, alguien publicó el artículo: From Yellow to Red to Black: Tantric Reading of «Blanco» by Octavio Paz, en el Bulletin of Latin American Research, 21: 4, 527-44.
La discreción suele ser una virtud.
En lo personal, me tienen sin cuidado las virtudes.
Frente al gran muro vacío, el cual es de color blanco, resulta fácil preguntarse: ¿Es cierto que si corro el velo desaparece el rostro? ¿Es esta la tela del invierno más largo? ¿Cómo cae sobre tu espalda la mano del amanecer?
El futuro es un trazo.
El futuro me mira con sus ojos alucinados.
El futuro sabe escuchar jazz.
De repente, de la nada, la palabra cañaveral.
«Blanco» es uno de los títulos de Trois Couleurs, la triología de Krzyzstof Kieslowski, de la cual prefiero en realidad «Azul».
En el momento del despertar, el mundo es justo como esa gran pared despejada.
Empequeñecida por el tamaño del muro, pronuncio en voz baja las palabras: la vida empieza aquí.
Nunca he entendido lo que es un adverbio de lugar.
Tengo la impresión de que el disco de Newton es un breve estado de gracia.
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Imagen en La Jornada
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