Dana Gelinas


Un corazón de chocolates    



Odio los chocolates. 
Mucho más los que son caprichos 
de San Valentín: 
demasiado alcohol, 
demasiados azúcares, 
demasiados sabores que envenenan. 

Los odio por su alharaca,
los odio porque cada uno es diferente del anterior,
los odio porque no puedo evitarlos,
los odio porque sin su sabor no soy nada,
los odio porque sí,
porque del odio al amor
sólo hay un bocado.



9




La fecha que tuve que regresar y abrir mi casa
fue en la canícula más rigurosa.
El primer día, el aire ardiente
que entró por mi esófago me provocó febrícula.
A las diez de la noche,
el agua de la llave fría despedía vapor as5xiante.
Aun con el viejo aparato de aire
acondicionado encendido,
yo sudaba al salir del baño,
Tardó más de dos horas en producir aire respirable,
quise llorar de as5xia,
quise gritar,
y entonces entré nuevamente a la regadera con la bata de baño puesta
y con la toalla húmeda como turbante
para recuperar mi temperatura,
y las dejé secar mientras dormía,
arropada en ellas.
Hace muchos años,
le conté a mi pareja
que un día lloré porque no podía respirar
el ardor del aire,
y él aún lo recuerda



Tienda de ropa de marca

Boxers



En una tienda de ropa interior
de cuyo nombre no quiero acordarme,
casi como un espectáculo de circo,
como un best-seller,
se exhibían unos boxers
con el diseño más feo del mundo:
una pareja de sapos
enredados por sus lenguas
en un torcido beso francés.

Un príncipe siempre estará en riesgo
de convertirse en un lépero
con semejante vestido.

¡No te lo pongas!
En serio.

Cuídate del galán
que te invita al circo
de los Hermanos Ringling
con obscenidades en los boxers.
Una lengua de sapo merece la guillotina.



Departamento de calzado


Zapatos italianos


Fui la dueña
de no sé cuántas zapatillas de cristal
para caminar al paso del tiempo.

Creo que ningún hombre sabe
lo que significa
usar zapatillas de cristal.
Son dos torturas,
dos maldiciones,
los dos pedestales de vidrio
son una especie de seguridad
de vete al carajo.

Sin embargo,
aquellos zapatos italianos
que adoré mientras pude,
los amé de tal manera
que cada prenda que tengo
posee una historia
relacionada con ellos.

Incluso ahora no puedo creer
que los haya abandonado.

Aún siento que entibian mis pies,
y que esa caricia sube por mis piernas
de vez en cuando.
Olvídalo, déjalo atrás,
un ataque de melancolía
te haría escribir en vieja métrica
un poema amoroso
a tus viejos zapatos.

Olvídalo.


Mediodía blanco, poesía mexicana
DANA GELINAS
(1962, Monclova, Coahuila, México)
De: " Mediodía blanco", Gobierno del Estado de Coahuila, 2014

1 Comentarios

  1. Excelente entrega. Y qué originales los motivos poéticos que se enuncian. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba, Argentina

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