Delia Pasini: El dolor o la perplejidad | El poeta ocasional

Delia Pasini: El dolor o la perplejidad

La otra orilla



La otra orilla     




Chorrea el verano en amarillo 
con el sol estirándose en las casas. 
Brillan las paredes a la cal; las figuras 
se ahuyentan, dejan caer sus sombras. 
Las voces se asordinan en el chirrido de la siesta, 
en la constancia de seguir un rumbo 
(aunque no maldito) con ramalazos de 
    calma y de añoranza. 
"Lo que no es, ya nunca será», repite, 
mientras los parches de sombra enfrían el jardín. 
Tedio sin fin entre las lajas. Se ofrece el agua, 
río que parece el mar. Cerca, tan cerca, 
las palmas chapotean, lo acarician, se ofrecen. 
Su chasquido distiende los sentidos, 
corre por un cuerpo que ya no será igual, 
casi un desconocido. Se apaga la luz 
sobre los pliegues: el dolor o la perplejidad 
instalaron rictus sobre la imagen desgastada. 
El robo ocurre en el lugar de la rapiña, del otro lado
de la corriente, en la orilla de barro
agarrotada por quienes vuelven su aire irrespirable,
entumecida en el vapor de tantos muertos insepultos,
expropiada por los mercaderes de la suerte.
Se alejan los rincones, sueños ya o vigilia imaginada.
Las puertas no se franquean a la avidez o a la rutina.
Los ámbitos ocultos nos destierran.
Pasajeros extraños de lugares propios ya perdidos.
¿Quiénes sus habitantes codiciosos de
lámparas, de claroscuros velando gentiles la sonrisa?
Esta es la otra orilla.
Todavía es posible regresar a la extrañeza.
Los objetos resbalan por las manos,
vueltos arena de un reloj indestructible.
Se alejan las texturas, la dimensión extema
perplejos, dimos nombre a la realidad que nos excluye.
Siempre hay subterfugios para creernos dueños de las cosas.
La dulce ensoñación resbala por espejos
que reflejan aquello que no podemos ver.
Cae molido a golpes el espíritu y nuevamente se levanta.
Hasta el choque final, donde no anida la añoranza.
Y sin embargo... Cuánta celebración en los resquicios,
cuánta música escondida en las esquinas,
cuántas voces prendidas a los ángulos
retumban cariñosas, anhelantes.
Con gentileza, semitonos desperdigados en la sombra.
Se trata, siempre, de distinguir los matices, de acunarlos.






DELIA PASINI (1945 / 2018, Buenos Aires, Argentina)
Fuente: INTI 52/53
Enlaces: Al pial de la palabra | Otra iglesia es imposible
Imagen en Pinterest: Alexander Averin


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