Mar en invierno
cada vez que la tarde se incendiaba en cualquier parte
dorada te dormías. el viento en el vidrio o un chasquido
bastaban, sin embargo, para que tus ojos se abrieran
como un ciervo que canta en el medio del bosque
hubo un primer día: atravesamos la espesura
en busca de calor y comida, lejos de la mirada
encontramos lo ausente de la ciudad y el invierno
nos volvió doblemente libres. oímos música sin tiempo
los poemas caían de los árboles. vimos a una jauría
de perros bravos perseguir a los fantasmas de la playa
una familia que deja para siempre su sangre en la otra orilla
quizá por eso una noche me subí al ascensor solo
y atravesé un camino abandonado para ver el mar
por primera vez en una playa oscura. debería recordar
la desnudez de las estrellas pero soy de los que apenas
se miran a sí mismos cuando lo inmenso los rodea
sólo alcancé a grabar el sonido de un choque de barcos
mi imaginación helada. una voz trayendo bendiciones
desde lo más violento del futuro. el recuerdo que nunca
vamos a encontrar en las mudanzas: señal
de que alguna vez existimos ahí.
estar frente al mar es el único acto importante. ya nadie
mira el mar sin verse desde afuera como un faro abandonado
o un deseo. por eso los humanos recorren los sueños
para sentarse sin temor en sus orillas. no sé por qué
elijo contar esto, pero hoy pensé en esa noche
y una tormenta me nació del corazón para llevárselo
a otra órbita. hoy nuestras cabezas giran alrededor de un sol nuevo
el universo crece y ya no hace falta elevarnos para verlo latir
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1 Comentarios
Precioso poema, sensorial, sostenido.
ResponderBorrarTana Pasquini.