Toda pasión concluida
Caprichos de la luz
por el resquicio superior
de los postigos
y el calor,
el frío como cal y el sol,
que no es estar
y es
entre otros brazos
que den lo mismo.
Está
la luz que llena el jarro,
el rojo interior que se ha colmado
de vacío. ¿Es eso?
Es
el estilo, más bien,
de hueco que acata la continencia,
la sentencia que da un adentro donde
- si se quiere -
por un momento el mundo entra
y cree en maneras
de hacerse inconmovible.
Así
que tiembla. Con la luz que
cambia. Y con las hojas
que se enrejan en el viento.
¿Fuera de él
no habrá nada? ¿Ni abrazo
que lo sujete?
Dura
lo que se muere.
Quedan familiares
cajones con la ropa que se ha vuelto
ajena, satenes personales y tizones
de dolores
que ya no duelen.
En rincones
de la carne, desusada,
la saciedad del poder
detenerse.
Es la pasión o el paso
entre dos vacíos, la atrocidad
que deja intacto el corazón
tras el carozo
de un personaje inventado
para el mundo.
Y nadie ama
lo que no conoce: este sitio
ha dejado de ser
iluminado
porque ahora
los lugares sombríos son el centro.
Toda
pasión concluida
es emoción
aclarada. Correr
la silla al sol para rehacer
el ayer
y ver cómo maduran,
bellamente,
los duraznos este año.
1 Comentarios
¡Qué hermoso poema!
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