Kay Ryan | El poeta ocasional

Kay Ryan

Kay Ryan


Telaraña 



Desde otros
ángulos las
fibras parecen
frágiles, pero no
desde el punto
de vista de
la araña, siempre
con gruesas sogas
a cuestas, enganchando
cuerdas al
mejor poste
posible. Es
un trabajo pesado
en todas partes
combatir la caída,
apuntalar tensando
lo que cede. No
es nunca delicado
vivir



Caballos que pastan



A veces
la pastura
verdecida
de la mente
se inclina de manera
abrupta.
Los caballos que pastan
hacen esfuerzos locos
por afirmarse
en esa superficie
sin fricción,
que es casi vertical. Las patas
finas como de muebles
ceden por
la pendiente,
las desmonta un declive
que no estaban
diseñadas para remontar
ni pueden.



Edad



Alguna gente con la edad
se ablanda.
Se agranda
la apertura de sus ojos.
No me parece que se debiliten:
yo creo que algo débil se fortalece en ellos
y los va definiendo más y más,
como si se dejaran penetrar por el cielo.
Pero otra gente son
mejillones o almejas, por el miedo.
Para abrirse requieren de vapor o un cuchillo.

Pueden oír el cielo, pero piensan que está hervido
              o quebrado.



Aprender



Lo que hay que aprender
siempre está al fondo,
según la ley de los cajones
y lo que justo andaba una buscando.

No queda bien, les digan
lo que les digan a los chicos,
revolver por el suelo
lo que estaba doblado.



Cordero con piel de lobo



de todas las desagradables
afectaciones de los así llamados

lobos, la más desagradable
son los dientes: unas protuberancias

romas de cordero rumiante
que forman algo con lo que nadie
podría en verdad matar. Decorativas
en el peor sentido. Una ofensa
contra la economía y directamente
una blasfemia en el contexto
de la verdadera filosofía lupina,

que enseña de manera muy clara
que todo subterfugio debe
promover el bien. Es decir,
que se come lo que se engaña:

Caperucita Roja entera,
de los zapatos a la caperucita.


KAY RYAN (1945, San José, California, Estados Unidos de NA)
De: "Todos tus caballos", Zindo&Gafuri, 2019
Traducción: Ezequiel Zaidenwerg
Enlaces:
Cortesía de Alejandra Boero
Imagen: Coldfront Magazine

0 Comentarios