Ciclo de poesía en la Biblioteca













Mónica Tracey 





Hay ramas que se yerguen rectas

para beberse toda la luz y todo el cielo

cuando nada ni nadie las distrae

son voraces con lo abierto

beben el néctar gloriosas lo muestran

vivas como nunca nunca tan bellas

bellas hojas oxidadas

bellas ramas desnudas

bellos troncos encendidos

bello el amor de los árboles y el tiempo.







Densa niebla blanca

sobre el campo

corredores de luz entre la niebla

dicen que sólo se ve lo que espeja

lo que llevamos dentro

corredores de luz entre la niebla.











Integró los grupos de poesía “El sonido y la furia” y “Nosferatu”, fue fundadora de la revista de poesía Último Reino. Ha publicado en poesía A pesar de los dioses (1980), Celebración errante (1987), Hablar de lo que se ama (1990), Hablo en lenguas (1999), Sobre la espalda del cielo (1999) y Hay que dejar de ser hermosa (2018).







Eugenia Straccali







Fedra




(Pintura sutil)




Miro:

los huesos dispersos del monstruo

la sangre también

es del Minotauro

¿la ves?

Yo pude verla

sobrevolando el laberinto.

Ningún dios escuchó los gritos

ni evitó el rapto a plena luz del día.

Ariadna se lamenta

está pálida

puedo verla

mientras huele

los restos del animal,

y su hombre se va

sin retrato

es

una silueta leve

se oscurece la imagen

ya no se ve

no

no.

Ahora sí soy la elegida:

Fedra.

El cazador

es el asesino

estoy quieta

sombra inmóvil

¿me ven?







Fedra cincelada




(Grabado sobre metal)



Fedra

está sentada ahora

en el límite del cielo

que la cubre

(ningún dios respira sobre el mundo)

su cabeza cae sobre sus manos

teñidas de vino

de su boca entreabierta

sale una respiración sonora.

Como si durmiera despierta.

Mientras…

Hipólito está cruzando el bosque

en sus ojos

ha herido a un siervo

Artemisa y sus ninfas lo escoltan

Fedra se cubre la cara

no puedo llorar, dice

Yo tampoco te digo

si llegan pesadillas

despertame

(no cuento todo lo que sueño).

Si me quitan las imágenes

y quedo muerta

¿cómo?

¿es él?

no

no

puede desvanecerse

detrás de las lámparas

viendo mi espalda

tatuaje letal.

Ya llega

otra vez

el séquito espectral de Hécate.

No

soy yo

tampoco

la que lo persigue

mirándolo

su caballo negro

está muerto

iluminado

es una extraña visión

como este poema que ella escribe.

De todos modos

estoy abismada.

Soy Fedra.









Eugenia Straccali (La Plata-Argentina, 1970). Poeta, actriz, dramaturga y crítica de poesía. Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). En la actualidad se desempeña como profesora de Teoría literaria e investigadora en el Centro de estudios de Teoría y crítica Literaria de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en la misma universidad; y trabaja en su tesis doctoral “Experiencia e imagen en la poética de Raúl González Tuñón”. Ha publicado en poesía Abismadas (2016), Ninfas (no musas) (2017) y El abecedario de los árboles (inédito); y en obras de dramaturgia Electra, ¿es posible matar a un muerto? (2010) y Antígona, ningún dios respira por el mundo (inédito).






Graciela Batticuore 







31 de Diciembre





Veo a mi padre

frente a la parrilla enorme del patio de su casa

en una noche estrellada como ésta,

esperábamos que dieran las doce

para brindar.

Ahora la noche es profunda

en medio de otro patio,

mi hijo sonríe. Esta tarde

cocinamos galletas él y yo

con forma de estrellas,

las pintamos de plateado,

las servimos en fuentes de loza blanca

junto a las copas de champagne más altas.

La mesa se iluminó, de pronto,

como entonces,

el mundo volvió a girar

y ya no hubo antes ni después,

solo presente ahora.







Enero





El agua golpea sobre el cuerpo

de mi hijo.

Tiene doce años y ríe

sin parar, semidesnudo en la mitad del patio.

Nos rodea el verde,

la hiedra en los muros,

la tierra en los canteros de cada esquina.

De pronto el agua es una bendición,

y en este cuadrante del mundo

que nos contiene a los dos,

todo lo demás se escurre.

Sólo su risa

irrefrenable

sacude mi corazón como campanas

en lo alto de una iglesia.

Su risa es sagrada,

el agua brillante sobre la piel morena.

Yo me quedo sorda y ciega hasta saciarme

nada más contemplándolo.



Ahora mi hijo baila de felicidad

y me pide que le arroje otro balde,

y después otro más y otro que lleno hasta el tope.

Estamos solos

él y yo, bajo el fulgor

de este día de verano.

Ya descendieron los dioses

para saludarme, lo sé.

Es el año nuevo.











Graciela Batticuore nació en Buenos Aires, el 23 de agosto de 1966. Publicó en 2014 su primer libro de poesía: "Cuaderno de espera" (Del Pétalo), siguieron "Sol de Enero", en 2015 y "La noche", en 2016 (Ediciones del Dock) y el "Fin de la noche". También es autora de ensayos de crítica literaria, entre otros: Lectoras del siglo XIX. Imaginarios y prácticas en la Argentina (2017, Ampersand), Mariquita Sánchez bajo el signo de la Revolución (Edhasa, 2011), La mujer romántica. Lectoras, escritoras y autores en la Argentina (Edhasa, 2005), El Taller de la escritora. Veladas literarias de Juana Manuela Gorriti: Lima-Buenos Aires (Beatriz Viterbo, 1999)






Ciclo de poesía en la Biblioteca San Isidro, 9 de julio 501, San Isidro, Provincia de Buenos Aires

OCT 19 19:30 





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