El larguísimo lomo de los galgos
sentados cruza la pintura
como flecha en reposo
cerca de las que han sido detenidas
en el gesto alocado de la carrera,
liebres hieráticas y planas.
Atrás, más allá de los montes,
la curva anaranjada de un imposible sol.
Hay algo intemporal
en la percepción escindida.
Líneas que nombran la extrañeza
y la calma, lo indiferente.
Qué lejos de aquí los días
que fueron como nidos.
(Amadeo de Souza-Cardoso)
la voz, la de esta niña
que canta sola ahí,
la del muchacho
que por la noche da gritos y repite
obsesivo hijo de puta, las voces
de los niños que juegan;
intransitiva voz, exenta
en el mundo, cuerpos autómatas
que a diario veo y que no veo, chillidos
veloces de vencejos
en el anochecer
a Francisco Fernández Buey
Los cuatro árboles rojos, el cielo
rojo, el sol rojo sobre la tierra
oscura. Schiele, 1917. Cómo
las fechas hablan. Sólo un año
de vida para él; para nosotros
un nuevo mundo que hemos visto
cerrarse. Ahora el siglo acaba,
año 95, 29 de junio,
amenaza tormenta, el cielo
es gris, una paloma afuera
adormilada y quieta como un gato
emite su zureo. Todo es casual,
parece melancólico probablemente
por la luz, por un ánimo
sombrío por la luz.

(*) Amadeo de Souza-Cardoso fue un pintor português, precursor del arte moderno, continuando la tendencia trazada por los artistas de vanguardia de su época. Aunque tuvo una vida breve, su obra es de referencia destacada en la pintura portuguesa. Wikipedia
Imagen: escritores.org
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