Alguien enciende un Hi Fi
He retirado poco a poco mis dedos
de la selva amarilla que preside tu frente.
Así, tendida de espaldas,
se acodan en el pasado tus ojos
y vuelves a pertenecer a los hombres que me precedieron.
Prefiero entonces contemplar a la noche;
interpretar de la gran página abierta en su negrura,
los muchos enigmas que olvidé con el tiempo,
verdades ocultas que no pude aprender.
Ahora alguien, como siempre a esta hora,
enciende un hi-fi y coloca el mismo concierto
–precisamente el mismo concierto–
con sus dos manos que deben parecerse a las mías.
Tal vez luego beba un vaso de vino,
se asome a una ventana, mire la noche despacio
mientras tiene a sus espaldas una mujer que sueña con otro.
La muchacha que juega al billar
La muchacha que juega al billar
con el taco en las manos se inclina sobre la mesa
dejando descender su tanga transparente:
Dos nalgas doradas iluminan el salón
donde tres viejos admiramos la escena
y en un rincón, indolente,
su novio, quizás hasta orgulloso
bebe un trago de su clara cerveza.
Retrato del vaso de cristal
Está el vaso delante de mí
Un vaso de cristal sobre el mantel
el vaso en una esquina de la mesa
este vaso rebosante de nada
el vaso cerca de mis manos
un vaso de cristal amarillo
mi vaso decorado con estrías
Inmóvil y callado como estatua.
Matinal
A Javier Marimón
"Abrí la verja de hierro": Fayad Jamís
pongo los pies encima del suelo
Calzo mis chancletas, una detrás de la otra
me incorporo con cierta dificultad:
Miro la sábana que cubre mi cama
con su montón de arrugas
Doy ocho pasos
(estoy en el cubículo del baño)
Un líquido ocre y maloliente me abandona,
camino dos metros, enfrento la escalera
y bajo los escalones de madera sin pintar
Tuerzo a la derecha, atravieso la sala
(Un golpe de ceniza me empuja a este espejo
que rechaza mi imagen)
Giro la llave, abro la puerta de hierro
y absorbo
como a nueva vida
La flor de la mañana que comienza a despertar.
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