Antonio Machado | El poeta ocasional

Antonio Machado












Canto XXV





[A un olmo seco]





Al olmo viejo, hendido por el rayo 

y en su mitad podrido, 


con las lluvias de abril y el sol de mayo, 


algunas hojas verdes le han salido. 


¡El olmo centenario en la colina 


que lame el Duero! Un musgo amarillento 


le mancha la corteza blanquecina 


al tronco carcomido y polvoriento. 


No será, cual los álamos cantores 


que guardan el camino y la ribera, 


habitado de pardos ruiseñores. 


Ejército de hormigas en hilera 


va trepando por él, y en sus entrañas 


urden sus telas grises las arañas. 


Antes que te derribe, olmo del Duero, 


con su hacha el leñador, y el carpintero 


te convierta en melena de campana, 


lanza de carro o yugo de carreta; 


antes que rojo en el hogar, mañana, 


ardas de alguna mísera caseta, 


al borde de un camino; 


antes que te descuaje un torbellino 


y tronche el soplo de las sierras blancas; 


antes que el río hasta la mar te empuje 


por valles y barrancas, 


olmo, quiero anotar en mi cartera 


la gracia de tu rama verdecida. 


Mi corazón espera 


también, hacia la luz y hacia la vida, 


otro milagro de la primavera. 







Antonio Machado (1875, Sevilla, España / 1939, Colliure, Francia)

Imagen: www.edu365.cat




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