Carmen Piqueras






Okupas













He vuelto a casa.

Encuentro cucarachas patas arriba

por todos los rincones.

Es cierto que ordené fumigar

antes de partir, detesto

que nada perturbe la asepsia

de mi vida.

El tipo que esparció el veneno dijo:

“No será inmediato, pero una vez

que rocen la sustancia

no habrá remedio para ellas”. Fumaba

mientras lo dijo. Mientras dijo “sustancia”

sustanciaba los rincones de mi casa.

(Hube de emplear un aerosol

para eliminar el olor del cigarro).






Las miro casi con piedad,

a las cucarachas, digo, y las barro

con una mezcla de aprehensión y culpa.

He leído que agonizan durante días

sin comida ni agua, así, patas arriba,

mostrando la impudicia de su exoesqueleto,

por otro lado, tan parecido

al de los crustáceos

que no nos parecen repugnantes,

que comemos sin tocar con los dedos

quienes, por cuna o matrimonio,

nunca nos manchamos.

En algún sitio habrán quedado

abandonados sus huevos

o pequeñas crías, esperando






su diaria ración de mierda,

la porquería que las hará gordas y,

probablemente, rencorosas.

Si no se barren, pronto llegarán las hormigas

y cargarán con ellas, botín famélico.






Por eso nos resultan amables

las hormigas, amables y ejemplificantes,

más por su laboriosidad

inmune a los rigores del verano,

por su implacable ejército que obedece y no cuestiona

la autoridad que emana del subsuelo.

De todos es sabido que el verdadero poder,

el poder absoluto, tiene su guarida

en las cloacas.











Carmen Piqueras (1963, Murcia, España)

Fuente: www.elcoloquiodelosperros.weebly.com

Imagen: www.elartesanodelaimagen.blogspot.com











0 Comentarios