Irma Elena Marc | El poeta ocasional

Irma Elena Marc








El linaje de Pierángeli






“La niñez es un cuchillo atascado 


en tu garganta, imposible de arrancar…” 


(diálogo del filme canadiense “Les Jumeaux”).






Hubo una vez

al sol y a la intemperie,

otra muñeca,



se llamaba Elenita,



hundía sus raíces en el sueño

y el nombre, en ciertas leyendas familiares.



Elenita tenía ojos muy brillantes,

para conjurar la negrura del bosque,

que amenazaba con gritos de grandes bocas

en los alrededores.



La muñeca oía

lo que las nenas educadas

no deben escuchar,

a cambio, la Nena la abrazaba, apretándola fuerte

sobre su corazón.



La muñeca era lo único apetecible para la nena.



Cuando una miraba a la otra,

un destello azul las volvía incandescentes,

bajo esa luz,

y mientras ninguna parpadeara,

estarían protegidas,

pero cuando el sueño iba a buscar a la Nena,

la noche se derramaba

como sangre seca

en recipientes de cristal

 (a veces los rugidos

 de las grandes bocas

 del bosque,

 los hacían tintinear hasta romperlos).



Una noche,

tanta sangre ahogó a Elenita.

Subió una bruma

hasta la Nena

que estaba de pie al final del arco iris,

porque mientras se ahogaba,

Elenita

le regaló sus ojos,

que al encontrarse con los ojos de la Nena,

se transformaron en un arcoiris

para que pudiera huir

del bosque sangriento.



La voz de la nena cantó toda la noche el memorial de la

muñeca:

carrozas negras arrastradas por caballos

ávidos de silencio

cruzaban el canto,

flores calientes y débiles

que se deshacían en la noche



silbando como murciélagos



y un corazón

doblado sobre sí mismo,



que la Nena nunca más

abrió.





Irma Elena Marc (1951, Rosario, Provincia de Santa Fe. Reside en Corral de Bustos, Provincia de Cordoba, Argentina)

De: "Los ojos", Ediciones Ruinas Circulares, 2013

Imagen: www.laescueladenadie.wordpress.com

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