El linaje de Pierángeli
“La niñez es un cuchillo atascado
en tu garganta, imposible de arrancar…”
(diálogo del filme canadiense “Les Jumeaux”).
Hubo una vez
al sol y a la intemperie,
otra muñeca,
se llamaba Elenita,
hundía sus raíces en el sueño
y el nombre, en ciertas leyendas familiares.
Elenita tenía ojos muy brillantes,
para conjurar la negrura del bosque,
que amenazaba con gritos de grandes bocas
en los alrededores.
La muñeca oía
lo que las nenas educadas
no deben escuchar,
a cambio, la Nena la abrazaba, apretándola fuerte
sobre su corazón.
La muñeca era lo único apetecible para la nena.
Cuando una miraba a la otra,
un destello azul las volvía incandescentes,
bajo esa luz,
y mientras ninguna parpadeara,
estarían protegidas,
pero cuando el sueño iba a buscar a la Nena,
la noche se derramaba
como sangre seca
en recipientes de cristal
(a veces los rugidos
de las grandes bocas
del bosque,
los hacían tintinear hasta romperlos).
Una noche,
tanta sangre ahogó a Elenita.
Subió una bruma
hasta la Nena
que estaba de pie al final del arco iris,
porque mientras se ahogaba,
Elenita
le regaló sus ojos,
que al encontrarse con los ojos de la Nena,
se transformaron en un arcoiris
para que pudiera huir
del bosque sangriento.
La voz de la nena cantó toda la noche el memorial de la
muñeca:
carrozas negras arrastradas por caballos
ávidos de silencio
cruzaban el canto,
flores calientes y débiles
que se deshacían en la noche
silbando como murciélagos
y un corazón
doblado sobre sí mismo,
que la Nena nunca más
abrió.
Irma Elena Marc (1951, Rosario, Provincia de Santa Fe. Reside en Corral de Bustos, Provincia de Cordoba, Argentina)
De: "Los ojos", Ediciones Ruinas Circulares, 2013
Imagen: www.laescueladenadie.wordpress.com
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