Pablo Seguí




Este cuerpo







Cuerpo que canso, que camino, que

hago sentar, que duermo, que desnudo:

pétalos de sudor,

y volverse a esperar.



Cuerpo oxidado, escolopendra en quiebre,

manija sin destino, esparadrapo:

pétalos de olvidar,

y volver a querer.



Yacija resentida

por mi viente abombado,

por no poder decir.



Silla que se acogota

de verme tan pasivo,

de despreciar mi sed.



Cuerpo proclive al morbo, a la torsión,

huesitos, carnecitas, mucha grasa:

nadie quiere besar

este cuerpo, y se va.







Con otra cosa







Habría que intentar otro pesar,

otra alegría, un sitio

distinto para esta alma que se espeja,

sombra de gestos, nido

de nimiedades. Algo como el ojo

renunciando al sopor

que lo distancia de los vates, sino

volviendo a pernoctar

con la estrellas. Brisa que restalla

en la conciencia, gracias

que doy al mundo indiferente que,

sin embargo, me roza.

Ojo de letras, gestos que la muerte

me sabe sin pensarlo,

catafalco que, urdido, se establece

por años, esparciendo

lo mórbido hasta un punto en que me ciega,

ojo que no respira,

pronunciación de un álamo gregario

que a Caronte se dio

porque creció. Volverme, de algún modo,

hacia la mesa, o hacia

el paladar llagado, o hacia el muelle

del nunca partí,

que no me espera, pero que es anuncio

de una viva emoción.

"Rosa posible, espera la esperanza,

atada a lo presente",

podría murmurar. Pero yo sé

que el sedimento sólo

con otra cosa se desprende que

con la paciencia. Nada

que ver con la voluntad. Sólo un desvio

del átomo, un relámpago.







Cada uno por su lado







Hoy también callaremos, como calla el osario

de lo que no nació, torpes y recurrentes,

y beberemos mucho, y reiremos más,

con la jeta torcida, desalmados sin gracia.



Y el fecundo presente proveerá de excusas

para las horas de ángel, aljibe que se ahoga,

y nos criticaremos sin piedad, minuciosos,

distantes, enervados, eje que se deshace.



Somos tan predecibles...La mañana se acerca

y vos despertarás y leerás, calculo,

estos versos que buscan matices que te traigan,



Fuimos tan imprudentes...Me acostaré queriendo

- sin mucha fe, no creas - que suene el celular,

que me digas que no, nada que ver, yo nunca...













Pablo Seguí (1973, Ciudad de Córdoba, Provincia de Córdoba, Argentina)

De: "Naturaleza muerta", Ediciones del Copista, 2011







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