Este cuerpo
Cuerpo que canso, que camino, que
hago sentar, que duermo, que desnudo:
pétalos de sudor,
y volverse a esperar.
Cuerpo oxidado, escolopendra en quiebre,
manija sin destino, esparadrapo:
pétalos de olvidar,
y volver a querer.
Yacija resentida
por mi viente abombado,
por no poder decir.
Silla que se acogota
de verme tan pasivo,
de despreciar mi sed.
Cuerpo proclive al morbo, a la torsión,
huesitos, carnecitas, mucha grasa:
nadie quiere besar
este cuerpo, y se va.
Con otra cosa
Habría que intentar otro pesar,
otra alegría, un sitio
distinto para esta alma que se espeja,
sombra de gestos, nido
de nimiedades. Algo como el ojo
renunciando al sopor
que lo distancia de los vates, sino
volviendo a pernoctar
con la estrellas. Brisa que restalla
en la conciencia, gracias
que doy al mundo indiferente que,
sin embargo, me roza.
Ojo de letras, gestos que la muerte
me sabe sin pensarlo,
catafalco que, urdido, se establece
por años, esparciendo
lo mórbido hasta un punto en que me ciega,
ojo que no respira,
pronunciación de un álamo gregario
que a Caronte se dio
porque creció. Volverme, de algún modo,
hacia la mesa, o hacia
el paladar llagado, o hacia el muelle
del nunca partí,
que no me espera, pero que es anuncio
de una viva emoción.
"Rosa posible, espera la esperanza,
atada a lo presente",
podría murmurar. Pero yo sé
que el sedimento sólo
con otra cosa se desprende que
con la paciencia. Nada
que ver con la voluntad. Sólo un desvio
del átomo, un relámpago.
Cada uno por su lado
Hoy también callaremos, como calla el osario
de lo que no nació, torpes y recurrentes,
y beberemos mucho, y reiremos más,
con la jeta torcida, desalmados sin gracia.
Y el fecundo presente proveerá de excusas
para las horas de ángel, aljibe que se ahoga,
y nos criticaremos sin piedad, minuciosos,
distantes, enervados, eje que se deshace.
Somos tan predecibles...La mañana se acerca
y vos despertarás y leerás, calculo,
estos versos que buscan matices que te traigan,
Fuimos tan imprudentes...Me acostaré queriendo
- sin mucha fe, no creas - que suene el celular,
que me digas que no, nada que ver, yo nunca...
De: "Naturaleza muerta", Ediciones del Copista, 2011
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