Inmaculada Mengíbar | El poeta ocasional

Inmaculada Mengíbar







Sesión continua






Vamos andando tan deprisa a veces.

Video club, relaciones humanas, pub, se vende,

¿qué voy a hacer mañana?, si estuvieras

conmigo ahora, el mar.

El mar triste de las agencias de viajes,

o el de aquella postal, tierna y cursi, que nunca

me enviaste

es tan desconsoladamente verde

como las luces

de los taxis amargos del otoño.

Y es un desesperado

abuso de desconfianza y soledad

el que me lleva

de nuevo a ti, esta tarde,

ahora que las tiendas

empiezan a cerrarse, y es hermoso

pensarte entre la gente, aferrarse a la idea

de que podrías surgir

debajo de cualquier paraguas, sorprenderme

de espaldas, tapándome los ojos y los sueños.

Sobre todo, los sueños. Dónde irá

la gente, tan deprisa,

desandando esta ausencia de pájaros, buscando

refugio en los portales de la noche. Ahora sé

que es preciso haber muerto

muchas veces de amor

para atreverse de esta manera a reincidir

y admitir que me dueles

como un beso prohibido para siempre,

casi secretamente,

como sólo la vida puede doler a veces,

o esta lluvia lentísima

de otro octubre sin ti.






Inmaculada Mengíbar (1962, Córdoba, España)
De Los días laborables, Hiperión, 1988

Enlaces: Pequeña caja de tormentas





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