Ignacio Uranga, dos poemas inéditos | El poeta ocasional

Ignacio Uranga, dos poemas inéditos


Ignacio Uranga y Juan Gelman



SI hubiéramos al menosa yer asumido que
no es que fuera el desencuentro de las partes
las nuestras, en sí desmedido sino que guardaba
la proporción posible, pero en relación a hechos
en tiempo y espacio alejados del vínculo, el nues-
tro: no hubiera venido, entonces, después de quince
o veinte años, a dar con esta imagen que logra hacer
que entienda el por qué de la mínima esfera desde
la que es ordenado el diseño previo al armado: dieci-
siete árboles en relación de profundidad, nomás que
pasto a cada lado: imaginaria al medio de esta lámina
una línea, vos del lado izquierdo, simbólicamente el
corazón entonces, al otro lado ella, de un tono que no
coincide con el de otro tiempo: vi el rojo casi negro
esta misma tarde, de la sangre bajando por las piernas
a fuerza de golpe, anunciando terminado el embarazo
y una mujer, por el oro, de la edad tercera, en el suelo
jurado con amor hace años, madre de dios, ante el altar:
vine a comprender también el estatuto azulado que
adquieren las cosas a lo lejos: no vi la imaginaria, y
es que hay, sí, la tal línea, pero doble, paralela y con
andenes: si hubiera al menos estado a nuestro alcance
asumir las dimensiones propias de la historia, o bien
que irreparablemente fuimos un fracaso, pero bello
al fin: seríamos dos en este cuadro, probablemente
hundidos en una intermitencia, y no tan sola vos ahí
hacia lo que, fundido con lo azul, pareciera algo como
una cumbre: vos marchando, Caroline, hacia donde fuga
el paisaje, donde cerro, pino y piedra, sin solución de
continuidad, se ven, sin embargo, a misma altura, juntos




UN coral de arrecife en el miocardio, quie-
bra mi corazón mío, el tuyo es lejos, fuera
el cauce natural de las crestas por la luna:
estúpida luna tuya empolvada sobre el vidrio:
autoexitada en respiros fraccionados, picaste
ese cielo a vaciar implorado por Auden, ingrato
Wystan Hugh: qué hará la infancia acaso sin
luceros: mínimos detalles del amor arrastran
ya no correspondido al sinsentido: en tal pena
quien ruegos hizo al éter abisal envolviéranle
sus bellos y no menos útiles fulgores de ritmo
circadiano, no pensó, no pudo, el frástico “para
siempre”: desmonta sol y mar la escuela literaria
perdidos ejes cardinales, implora masiva la tala:
hubo acá el tamborileo sordo, la exhumación en
pleno duelo tras errores y remedos: importaron
nada en absoluto los aviones ni pensamos escribir
mensajes en lo alto habiendo visto, no de lejos un
tan impersonal black out level one, intempestivo
salir de los obreros y empresarios que evalúan el
petro-dólar cada instante, sino el súbito apagón
de lo que fue también mi norte-sur, doble tajo
oscuro de noche, Materna, hoy, abierto del alma


Enlaces: IGNACIO URANGA
De: "Materna", inédito. 

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