Marcelo Dughetti | El poeta ocasional

Marcelo Dughetti



Babuinos 


                                              “…quien siente dolor en las encías como yo
                                                        y piensa en mí…”   (Antonin Artaud)
 
 
Los doce babuinos tienen su ciudad infectada de cables.
alta tensión en los alambres 
cocinando   pájaros
como notas de un marcha fúnebre.    
Los doce babuinos se han apareado esta tarde
el documentalista filma el justo momento en que se comen a  sus hijos
no son tiempos de esperanza, -acecha el mono superior y la tropa errante,
exiliada de la ciudad celeste.                         
 Babuinos que no tuvieron el valor de amar las vísceras de sus hijos
los aniquilan los doce,  que en realidad son miles de doce babuinos
 trepando a los cables de alta tensión
donde descansan los pájaros nocturnos  de una marcha fúnebre
La pobreza les reza con canciones donde el sahumerio adora las alturas.
La pobreza levanta sus tibias y sus húmeros con un canto de fiebres y hambres
allá  donde se asa el primer mono que no supo el juego de los saltos complejos
entre los arcos voltaicos de esas instalaciones.

Cuando los aparatos de refrigerar, 
los espejos luminosos en los que creen como en Isis,
las breves lámparas que los separan de la noche, 
tiemblan ,agonizan y finalmente se apagan; ha muerto un babuino.
Un babuino cae quedan once. 
De los miles de babuinos de cada docena, 
un babuino cae y quedan once.
Ahora abren la boca en un grito angurriento 
por esa carne traspasada de electrones,
 ahuyentan los pájaros funebreros 
y observan con detenimiento a los monos superiores,
llenar la pala de sus camiones , 
construir una torre, 
encender  el fuego.

Dije 
que de vez en vez 
los doce son visitados por otros babuinos.
ciegos papiones de la ciudad errante.
Padre los vigila en sistemas articulados de gritos y señas
con tres hijos a los que aun no comió, espera el ataque.
Porque padre sabe que no hay interés en legarnos a nadie,
no será la sangre la  que establezca la verdadera continuidad de nuestra raza.
Porque si entre los indóciles, solo uno merece a Padre
el respeto con que se levantaron miles de reyes del polvo de la historia.
Si solo uno entre ellos asombra la capacidad de nuestro sabio jefe 
y parte su corazón 
en la dentellada justa, 
ese y no otro será ungido.
Los rebeldes vendrán cuando el sol abandone la ciudad  
y obligaran a padre y a sus soldados a sobresaltar la noche
con el grito fosforescente  entre el marfil y el odio.
Vendrán 
por los abalorios, los alimentos, las hembras.
Vendrán 
y no sabremos si padre podrá convocar 
el espíritu desolado de nuestro añorado Egipto,
las  dulces ánforas de vino blanco,
los cuarenta días de arena del Khamsin,
las  lágrimas de Isis fertilizando los sueños de nuestros hermanos,

Es por eso 
que esta noche, 
esta misma noche,
las hembras adolescentes 
preparan sus genitales 
para los hijos de la ciudad errante.
Los hijos de la ciudad errante, papiones comunes
que se atrevieron  a desafiar la voz del creador de lo días.
Ellos ya saben que el sol no puede ser la noche. 
No creen en la voz de Padre
En la momia que lo representa en la cámara oculta.
En los 12 babuinos incandescentes de nuestro relieve amado
acompañando el sueño de los faraones.
Padre fue un protector 
Nebmerutef  el escriba lo sabe, 
este donde este, 
su busto aun lo protege.
Los poetas lo saben, Padre ha sido un dios.
Asaltando la caravana de automóviles nadie lo diría.
En las azoteas de la ciudad  hemos comido de sus combates.
El sol ha viajado lento, el calor ha fundido el día.
Padre se duerme mientras lo despiojan sus hembras.
Entre sus tesoros 
botellas de coca cola brillantes  reflejan la luz de los seguidores.
Desde Mali hasta Etiopia nos han visto,
trepar las paredes de un mundo que no comprenderemos jamás  
que no aceptaremos
En las terrazas de ciudad del cabo 
vuelve a escucharse  tu Stradivarius Jacqueline

                          …………………
 
Si ha de cantar tu cello Jacqueline
No podrá justamente surgir  la palabra
Nada es comparable en tu cello a la mano enredada en los alambres 
y el mono que te sigue con la muerte en el costado.
Rozaras con tus alas Jacqueline un día tibio el arco electrizado con cuyo golpe se pasa al otro lado del abismo.
Jacqueline yo pude ser padre de tus hijos,
 el amante esposo de la nada
Pero quisiste que esa caja fuera tu barco
Y en ese sarcófago solo caben los misterios de un reino  
al que entran las momias de aves y monos
En las azoteas de ciudad del cabo 
canta tu cello Jacqueline
Para loa babuinos extasiados, 
canta tu cello Jacqueline
En la muerte de los días que vendrán
como el ángel carnívoro  de los papiones ,
canta tu cello Jacqueline

Hoy no vendrán los errantes, los desplazados

No sé hablar de otra cosa que no sea mi raza,
Son bellos cuando al atardecer los nublan tenues naranjas partidos
y es un canto único el del muslime
Mi raza se arrodilla ante los dioses que le son propios.
Nadie gobierna mi raza,
nadie se atreve a aniquilarnos,
cada muerto babuino
es una alma que precede en el pasaje nefasto a la luz con sus cirios en las manos.
Cada muerto babuino canta por el bien de los que quedan

En el cielo de estos días canta el mono 
y tu chelo  Jacqueline

Madre de los días estoy exhausto
 Mi fe no permite que calle, pero ya estoy callado
Sor Juana, afirmaba el misionero pensando que no oíamos, hablaba del silencio
Callamos porque en la nada  no nos equivocamos,
 porque nada de lo que queremos decir podemos expresarlo como quisiéramos
Pero entre los fabulosos castillos que levantamos, la nada no tiene lugar
Callaré madre de  estos días terribles,
 callaré la perdida de los árboles y el misterio
Los  hermanos entre los tachos de la basura.
La indolencia de esas caravanas registrando nuestro descenso,
la esclerosis de lo metafísico
Si no son los cables de alta tensión,
es la comida de los monos superiores,
los restos descompuestos, 
o esos perros de ojos extraños,  sus perros cazadores.

Doce babuinos de colmillos insuperables ,
dotados para la muerte justa, 
se pudren al borde del asfalto.
Antes de la llegada del hechicero, del sacerdote, 
llegan los perros  y los amos blancos de los perros,
cortan la cabeza del babuino, 
sangran la boca que aconsejo a los hombres  
y dicto sentencias  salomónicas.
Sangran la boca del babuino para armar collares de fuerza
collares que les marcan el pecho con su destino de matadores.
El colmillo del mono es venenoso
 ya lo sabrán a su momento,
rabia del Nilo donde se ahogan los esclavos como ellos 
para purificar las aguas.

Pero es el cello el que los confunde 
de nada sirve cuidarse de la comida ,
las latas oxidadas de los basureros, el  perseguidor con sus perros
Doce babuinos cazados por el ángel chelista
y su concierto de azoteas y cables de alta tensión
Cada cable una cuerda del chelo
Cada nota un pájaro que se muere
Tosen y mueren los pájaros de la ciudad celeste
Los pájaros de los babuinos  son pájaros sordos
Aves que tosen y se extrañan del gesto de los monos 
cazados  por los cables y sus arcos voltaicos
Los pájaros de la ciudad del Cabo,
que no aparecen en las fotos 
del día recordado por los turistas del asombro, 
son sordos
La cría humana llora por nosotros , es loable
Pero no podemos perdonar la mano del asesino
Nuestro dios clama venganza.
Nuestro dios esta retratado en arcilla en un sótano
célebre museo de los monos superiores
El adjetivo es un detalle,
Padre entiende a estos monos
Padre se asquea de los monos en las maquinas de praliné
o agitando platillos en los circos del mundo,
Monos de vidas acomodadas, babuinos no volverán a ser
Ni siquiera podrían constituir la raza de los papiones exiliados por el odio  y la venganza.
Monos saltimbanquis que pasan el sombrero a la mano del pulgar perfecto,
monos de máquina.
 


Ah padre tu sabes como terminar este sufrimiento
Haremos callar al ángel del chelo esta misma noche si  es necesario
La foto que quedo en la billetera del último turista asaltado
es fundamental para saber de que son capaces
Vedran Smailović tocando el violonchelo en las ruinas de la biblioteca de Sarajevo
La biblioteca de una ciudad como la nuestra entre ellos.
Entre los monos superiores
Los escombros de un hospital de  almas como las llamarían los romanos
pero el mono superior y su pulgar y sus armas de evolución permanente
Comienzan con sus libros  terminan con sus cuerpos,
mal entendieron el amor de Prometeo
Todo sirve  para sacrificios, la hecatombe es lo que los define
Miles de hospitales de almas a través de la historia
Ya cesar y el odio contra Pompeyo anunciaban lo que vendría,
Alejandría fue tu casa, no volverás a ella
Recuerdas padre, al viejo Trajano, aun gobernabas las ensoñaciones de los artistas,
de los escritores
Fue por ese entonces que la emperatriz grabo en el pórtico de la biblioteca
HOSPITAL  DE  ALMAS.
Las poderosas legiones fueron domando la serpiente egipcia
y nuestros dioses y creencias se asimilaron a su cultura,
te confundieron con el inmenso Hermes Trimigesto
y después los griegos te parieron padre de la alquimia y la magia.
Pero ¿quién eres padre, quien eres?
Ya Grecia resplandecía en las lanzas de los romanos.
Ya Grecia esclavizaba a los hijos de la nueva Roma con sus tutores.
Acaso Padre Babuino  eres nuestro amado Thot , 
divino y refinado dios de la alegría egipcia, de la sabiduría y la escritura,
Allí estabas padre sol y luna, denario de dos caras, ¿fue una venganza este presente?
¿Acaso la maldición sigue viva destellando en las catacumbas del Louvre?
¡Liberen a nuestro dios y nos iremos monos del pulgar perfecto!
Liberen a nuestro dios y nos iremos.
No podemos llorar, nuestra noche nos ilumina.
Pero tú sabes madre de los días que el babuino también llora
 Hay que colgarse, envenenarse, morder los siniestros cables.
Desplomarse sin el mono interior, dejar que el tigre o el perro huelan, cacen, muerdan, desgarren
Terminen con el babuino.
O aprender el  manejo de las armas
plomo en la sien, 
plomo dentro de la boca,
 plomo bajo la barbilla.
espada  de oro en la caja de todos los males
cabeza pelota del babuino rodando cortada exacta sobre el pavimento
mientras ríe su encía, esmalte fibroso de la sangre
 ¡Ah! mira como goza el tigre los restos de carne quemada,
alma babuina iras al encuentro de nuestros dioses 
padre te bendice
 caído antes de caer.
En el libro para salir al día te esperan los hermanos  
cuatro babuinos  sentados en las cuatro esquinas de una pileta de fuego
la muerte es mas allá de la vida y la muerte de nuevo.
Juegan los  baba recién nacidos
juegan y ríen con chillidos de juguete a la salida del sol perfecto y lunar
Juegan a dibujar historias sobre las azoteas
Dibujan las balanzas donde se pesa al justo y al ruin y a los jueces
Y entre ellos tu perfil padre, 
con luna  creciente sobre la testa
y un plato de higos en la piedra
La escena conmueve por tu mirada , 
la compasión de un babuino 
está lejos de ser exactamente eso.


MARCELO LUIS DUGHETTI nació en Villa María, Provincia de
Córdoba, Argentina en 1970.

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