Paulina Ailín Aliaga, inéditos







La aventura de la (in)mortalidad






Presencié una reventa
clandestina de motivaciones injustificables, humanas y humanas.




Se revendía:




Excuso naderías, pero
impulsadas por la búsqueda de la síntesis universal y colosal y salir del día
para traspasar la eternidad.




Se revendía:




En fondo de caramelo,
hecho por manos inmutables, un rebosante ímpetu hacia la cumbre, recargada de
masa dulzona, densa y apremiante como la voz que llama a revolcarse y
desencajarse en jardines.




Se revendía:




El fin. La clara
presencia de un angustioso  rejunte de
manitas desecadas a pajosas relamidas del sol cansino del mediodía. ¡el medio
olor angustiante! Mediodía te podés ir o te pondré un bello filtro de esponja.




Y también aquí nada, pues
nada pasará. Y todo pasará. Puentes de la melancolía para prologar la miseria
de siempre.




Alguien escribirá una
concisa reseña de lo que ya habrá de ser deliciosa bollería institucional.








Pinturas del vacío






Odio platicar con preñadas

gorduras

del vacío

y soplar para que desaparezcan.

La pintura traiciona

cuando avanza y abandona

y nada luce como debiera.

Regla primera

nacer errantes

decididos

a perder la sangre

en fábulas imposibles de reproducir

en viejos  


glóbulos   ocres

posándose en la desnudez

calcinada a segundos

de la última tentación.








Seductores de salón. Rateros.






Cuánto tránsito gozando

                  la


costumbre.




Rateros de bestiales escenarios

asolando las esquinas

azotándose en la oscuridad secreta

dejando adivinar el sabor

de sus humores

                            


el color

de sus espaldas deliciosas.




Magos de la cuaresma

se aparecen y deslizan patrañas bendecidas

                                                                                   disparan

gracias al desierto

y aciertan.






Paulina Aliaga (1985, Comodoro Rivadavia, Provincia de Chubut, Argentina. Reside en Buenos Aires)

Imagen: facebook


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