Lucio L. Madariaga, poemas inéditos









Silencio y después






La mujer del vestíbulo en la calle

del ruido


                ríe

desafiante

                  confiándose a la noche

como si poco importara el dolor




¡Ay si supiera!




Lo que duele suele tener
ese aroma

dulce

          a tanta vida




Una fracción de segundo
estelar

arrítmica

                inmensa y solitaria

es todo lo que hace falta

para comenzar

de nuevo.




Hay algo del silencio que
me atrapa:




me resulta auténtico.








Raíces en el claro






Todo lo que veo, son

pájaros.




La liebre de fuego guía la búsqueda.




Huye, escurridiza, flamea
amarilla roja

naranja en la llanura.




Pájaros atontados,
adobados en hollín.

Ya no vuelan, trepan


mesetas,

encandilan lo claro.




Están los solitarios,
recluidos mudos,

no pueden con el mundo.




Algunos pocos, son
pájaros de luz.










La cama siempre es París






Primer acto:




La transitada historia de la piel,



el sudor del sol, las sábanas mojadas




y su memoria a prueba de balas.




El aroma libertad,


la brisa por la ventana

cosquilleando espaldas,


los gemidos como propuestas,


el horizonte ya y un zumbar de estrellas


para ladear la finitud.





Fuera del tiempo:





Los ojos en estado de abrazo,


masticando los hermosos restos,


respirando la levedad del cuello,


un pie trepa otro pie, la pierna trenza.





Arrancada la piel del amado atajos


a tajos reedificando el aliento;


lucido lumbre del roce.


                       Espanto de la quietud.





La melodía del silencio:


un sueño lúcido.







Lucio L. Madariaga (1985, Buenos Aires, Argentina)


Imagen: El vendedor de la tierra

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