Allegro ma non tropo
Simplemente
una llamada telefónica diaria
justo al amanecer
cuando la voz de ella
todavía
no era más que un gemido prisionero
por un terrible ejército de sábanas
simplemente
esa llamada por teléfono
y escuchar las primeras palabras
que esos labios resecos
por la espuma sagrada de la noche
dejaban escapar
luego el itinerario de una voz insegura
que inauguraba el día
con la saliva aún no resuelta en saludo o más dulce
simplemente
esa llamada por teléfono
y la profanación de aquel que cree escuchar
el roce de una piernas o
adivinar
el norte y sur de ese cabello negro e
investigar
los pliegues / almohadones y recortes de diario
viejas fotografías en la pared descascarada
hasta que esa otra voz cualquier mañana dijo: " ¿Quién?,
¿cómo?"
y "ella no vive más aquí".
De: "Tus ojos del pájaro quemado", Editorial Katún, 1982
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